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Nueva regulación para el whisky japonés: todo lo que necesitas saber

La Japan Spirits & Liqueurs Makers Association ha anunciado una nueva regulación para el whisky japonés que se hará efectiva a partir del 1 de abril. Esta normativa busca certificar el origen de un producto cuya falta de legislación ha creado confusión y desconfianza en la industria.

La moda y el prestigio que ha alcanzado el whisky japonés en la última década ha conducido a una demanda interna y externa que excede en mucho las previsiones que tenían los productores locales, especialmente después de la debacle de los años 90. Esto, unido a la laxitud de la ley, ha supuesto la entrada en el mercado de whiskies etiquetados como japoneses que, en el mejor de los casos, son blends de whiskies de varios orígenes o whiskies extranjeros envejecidos en el país, y en el peor de los casos, son simplemente whiskies comprados fuera y embotellados en Japón.

La ley japonesa solo exige que los productos comercializados como whisky japonés se embotellen en el país y tengan una parte de cebada malteada. Esto permite mezclar whiskies de diversos orígenes, pero también comercializar shochus o mezclas de shochu y whisky como whisky japonés. Ya en los años 60, Japón importaba grandes cantidades de producto, especialmente whisky de grano, para mezclar con producto local y poder suplir la demanda interna.

Esta manera de actuar no busca necesariamente engañar al consumidor. Los japoneses valoran más la excelencia del resultado final de un producto que la procedencia de sus ingredientes. Esto también sucede en el mundo del sake. Las bodegas pueden comprar el arroz, el koji-kin y la levadura en cualquier lugar del país y muchos productores se niegan a unirse a la tendencia actual sobre uso de ingredientes regionales y denominaciones de origen. Las marcas consideran los blended whiskies obras de arte y tradicionalmente han destacado la labor del master blender por encima de la pericia del destilador. Así como en Escocia las diferentes casas comparten sus single malts en la elaboración de los blends, la idiosincrasia de la industria japonesa llevó a las compañías de forma natural a producir sus propios whiskies para mezclar o a comprarlos en otros lugares del mundo, especialmente en su idolatrada Escocia.

Pero la laxitud de la ley también ha traído la picaresca al país. El encarecimiento de los whiskies japoneses de compañías pioneras como Suntory o Nikka y la escasez de whisky de más de 12 años, ha fomentado la aparición de nuevas etiquetas más económicas. Estas han aprovechado la fama y prestigio de este origen para vender como japonés algunos whiskies canadienses y escoceses o directamente shochu a un precio superior a su valor real. El conocimiento de esta situación estaba desencadenando una crisis de confianza en el consumidor y el profesional y, viendo que esto podría perjudicar a medio plazo a toda la categoría, los grandes productores de Japón han tomado cartas en el asunto.

Normas que tiene que cumplir el whisky japonés

Ante este panorama, la Japan Spirits & Liqueurs Makers Association (JLSMA), formada por los productores más importantes del país, ha decidido crear una regulación que limita lo que puede ser llamado whisky japonés.

 

  • La materia prima se limita a cereales malteados y otros granos, aunque no especifica que tengan que haber sido cultivados en Japón ni exige que haya cebada en la mezcla. El agua sí tiene que ser local.
  • La sacarificación, fermentación y destilación tiene que realizarse en Japón y salir del alambique o columna a menos de 95% de volumen alcohólico.
  • Hay que añejarlo en Japón al menos 3 años en barricas de madera de un tamaño inferior a 700 litros.
  • Hay que embotellar en Japón a un mínimo de 40 grados de alcohol.
  • Se puede usar caramelo para dar color (E150).
  • Si el producto no cumple estas condiciones, se prohíbe el uso de cualquier elemento en la etiqueta que pueda ser engañoso: banderas, nombres de lugares, personajes, accidentes geográficos, periodos históricos… Cualquier palabra o imagen que insinúe un falso origen japonés del producto.

Muchas de estas nuevas normas se parecen a las que siguen otras zonas productoras como Escocia, aunque hay que tener en cuenta que estas reglas solo se aplican a los miembros de la JSLMA, con lo que seguiremos encontrando en el mercado whiskies que no las cumplan. Podéis consultar el documento original aquí.

 

Aunque la asociación ha dado un plazo de 3 años para que sus miembros vendan el stock, algunas compañías como Nikka y Suntory se han adelantado y ya están ofreciendo información sobre si sus productos cumplen o no está nueva regulación. Mientras que todas las marcas de Suntory (Hibiki, Yamazaki, Hakushu, Chita, Toki and Kakubin) cumplen, el comunicado de Nikka explicando que Nikka Days y su galardonado Nikka from the Barrel no cumplían alguna de ellas causó una gran sorpresa en el sector.  Desde la marca han dicho que este último es un blend de más de 100 whiskies de malta y grano y que algunos de ellos, la minoría, son importados, con el objetivo de lograr su valorado perfil de sabor y mantener la consistencia en el tiempo. Nikka ha declarado que no van a alterar la mezcla. De hecho, en su etiqueta nunca ha puesto que era un whisky japonés, con lo que ni siquiera tendrán que cambiarla.

 

Si tenéis curiosidad, la web de Nomunication ha publicado una infografía clasificando las marcas actuales de whisky japonés en cuatro categorías: los que cumplen la nueva normativa, “falso” whisky japonés, World Whisky y shochu etiquetado como whisky.

 

Conclusiones

  • Las normas son buenas. Cualquier normativa que nos ayude a conocer y clasificar mejor lo que tenemos en el vaso siempre es una buena idea. Aunque no tiene carácter de ley, esperemos que el gobierno la acabe imponiendo para que no haya competencia desleal entre los socios de la JSLMA y el resto de productores. Habrá que hacer mucha labor divulgativa para que los consumidores y los profesionales entiendan esta clasificación. Quizás al consumidor no le importe y solo quiera que le den buenos productos, pero los profesionales intentaremos asegurarnos de que la gente no compre un whisky canadiense de 10 euros a 50 porque lleva un samurái y unos kanjis en la etiqueta si no es eso lo que quiere.

 

  • Este sello implica origen, no calidad. Hay que remarcar que portar este sello no separa buenos de malos whiskies. Los whiskies que mezclan diferentes orígenes pueden ser excelentes y estamos seguros de que los master blender japoneses seguirán creando productos equilibrados y magníficos tanto si en su paleta hay líquidos de una o de varias procedencias.

 

  • La reinvindicación del shochu. No tener que colar shochus de trigo o arroz por whisky puede que por fin lleve a los productores a esforzarse por hacer crecer la categoría fuera de sus fronteras y quizás también acerque a consumidores de whisky a este producto. Ojalá.

 

  • ¿El precio del auténtico whisky japonés subirá o bajará? Parece que los expertos tienen opiniones encontradas. Justo la semana pasada Emma Briones y Roger Rueda debatían sobre esto en el Instagram de Todo Whisky . Lo lógico es que, si solo se puede embotellar whisky destilado y envejecido en el país, el precio suba mientras la demanda tanto interna como externa siga superando a la producción. Quizás en unos años se equilibre oferta y demanda y el mercado se acabe regulando. También es posible que las marcas amplíen porfolio con productos de mezcla internacional, ahora llamados “World Whiskies”, y puedan ofrecer así alternativas más asequibles.

La Japan Spirits & Liqueurs Makers Association ha lanzado una nueva regulación para el whisky japonés que entra en vigor el 1 de abril de 2021.

Elvira Aldaz: Como publicitaria, Elvira Aldaz ha dedicado los últimos veinte años a la construcción de marcas en el medio digital, algunas de ellas relacionadas con la gastronomía y los destilados. Además, escribe sobre coctelería y espirituosos en su blog "Un poco de Maldaz" y en varios medios nacionales. Ha cursado el "Master of Spirits”, el WSET 2 de destilados y es especialista en sake, con tres de las certificaciones más prestigiosas del sector.