02 Ene «Mulling»: el arte de transformar el vino en magia
Cada año parece que la Navidad llega más temprano. Las calles ya lucen decoraciones dignas de Laponia, y es el momento de rescatar los ugly Christmas sweaters de la caja bajo la cama. Los villancicos empiezan a sonar en los supermercados y las compras del amigo invisible ya están a la vuelta de la esquina. Con diciembre llega la magia de las tradiciones navideñas. Aunque en España no contamos con un cóctel típico de esta temporada, nuestro amor por el vino, el vermut y la sangría bien podría abrirle paso al mulled wine. Esta bebida especiada, que desde hace años comienza a aparecer en mercadillos y bares, aún está esperando convertirse en el ritual navideño por excelencia.
¿Qué significa «mulling»?
El arte del «mulling» no se limita a calentar bebidas; implica una combinación de paciencia, cuidado y precisión. Originalmente, el término se utilizaba para describir el proceso de infusionar especias y calentar bebidas fermentadas como vino, sidra o cerveza. Más allá de mejorar el sabor y ayudar a la conservación del vino, esta técnica también aprovechaba las propiedades curativas de las especias, principalmente en los inviernos más fríos.
El «mulling» es como una meditación culinaria: un acto de paciencia y atención que transforma lo simple en algo extraordinario. Al igual que reflexionamos para aclarar nuestras ideas, el lento proceso de infusionar especias convierte una bebida común en una experiencia cálida y llena de matices. Curiosamente, el término «mulling» también alude al acto de reflexionar, haciendo de esta práctica un paralelo perfecto entre mente y sabor.
Orígenes históricos: de Grecia a Roma
La tradición de combinar vino y especias tiene raíces antiguas. Los griegos fueron pioneros en mezclar hierbas con vino, buscando conservarlo y, a la vez, aprovechar sus beneficios medicinales. Pero fueron los romanos quienes popularizaron esta práctica, expandiéndola a lo largo de su imperio.
La primera receta documentada de una versión primitiva de vino caliente aparece en el Apicius, un libro de cocina romano del siglo IV. Conocido como Conditum Paradoxum, este vino mezclaba miel, dátiles y especias como laurel y azafrán —los romanos tenían un paladar muy sofisticado.
A lo largo de los siglos, el «mulling» se diversificó. En Inglaterra y otras regiones del norte de Europa, se aplicó no solo al vino, sino también a la sidra y cervezas robustas. Estas bebidas calientes y especiadas se disfrutaban en tabernas y hogares como una forma efectiva de combatir el frío.
De bebida funcional a tradición navideña
Lo que comenzó como una necesidad práctica —calentar bebidas alcohólicas para hacerlas más reconfortantes— evolucionó en un símbolo de celebración y lujo, especialmente durante la Edad Media, cuando especias como la canela y el clavo llegaron a Europa.
Hoy, el vino caliente es un elemento central en los mercadillos navideños de Alemania (Glühwein), Austria y Escandinavia (Glögg). Su aroma especiado y cítrico evoca la atmósfera acogedora de las fiestas, convirtiéndolo en un símbolo de la magia invernal.
Calidez especiada: el corazón del «mulling»
El mulled wine y el vermut comparten un origen común: una base de vino enriquecida con hierbas y especias. Sin embargo, mientras el vermut se sirve frío, el vino caliente se disfruta a una temperatura cálida para combatir el frío.
Las especias son protagonistas indiscutibles en ambos casos, no solo por su complejidad de sabor, sino por la sensación de calidez que generan. Ingredientes como el cardamomo, el clavo y el jengibre contienen compuestos que estimulan la circulación y activan los receptores de calor del cuerpo. La canela aporta un calor suave, mientras que la pimienta de Jamaica y el anís estrellado añaden un toque picante y aromático que enriquece la experiencia.
¿Qué vinos son ideales para preparar mulled wine?
El vino tinto es la base perfecta para esta bebida. Lo ideal es elegir un vino joven, con taninos suaves y notas afrutadas que armonicen con las especias. Algunas recomendaciones incluyen:
- Garnacha: suave, frutal y
- Tempranillo: con matices de frutas rojas y un ligero toque
- Merlot: versátil y fácil de
Es importante que el vino sea económico pero de buena calidad, ya que las especias y el calor realzarán sus características.
Mi receta de mulled wine
Si buscas una receta que combine tradición y un toque de originalidad, esta mezcla es ideal para sorprender en tus reuniones navideñas o disfrutar en una tarde fría.
Ingredientes:
- 5 clavos de olor
- 5 estrellas de anís
- 2 ramas de canela
- 1/2 vaina de vainilla (abierta a lo largo)
- 5 granos de pimienta de Jamaica
- 5 vainas de cardamomo (ligeramente aplastadas)
- 1 cm de jengibre fresco (en rodajas)
- 1 ramita de romero
- 70 g de azúcar mascavado
- Piel de una mandarina o naranja
- Zumo de una mandarina o naranja
- 400 ml de zumo de arándanos
- 750 ml de vino tinto
Preparación:
- En una olla, tuesta las especias a fuego medio para realzar sus
- Añade los zumos, el romero, el azúcar y la piel de Lleva a ebullición y deja cocinar a fuego bajo durante 20 minutos.
- Incorpora el vino tinto y calienta lentamente, evitando que
- Cuela la mezcla y sirve caliente en tazas o copas Decora con una rodaja de naranja y una raja de canela.
El «mulling» como arte inmortal
El vino caliente ha recorrido siglos, transformándose de una bebida funcional a un emblema de las celebraciones invernales. Pero el «mulling» trasciende la bebida: es un arte que simboliza paciencia, cambio y la capacidad de crear magia con ingredientes simples.
Ya sea en vino, sidra o cerveza, infusionar especias genera algo más que calor: crea un momento de unión y contemplación, perfecto para las noches frías del año.
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