27 Oct Una historia más o menos precisa: Vermut (la palabra)
¿Qué hay detrás de un nombre? A primera vista, es bastante sencillo: el vermut es un vino aromatizado con ajenjo, y la palabra ‘ajenjo’ se dice « wermut » en alemán. No hace falta saber más. O quizás sí: el vermut tal y como lo conocemos nació en Italia y en Francia, casi a la vez, a finales del siglo XVIII. Entonces, ¿por qué se eligió una palabra de una lengua germánica para el nombre del producto? Volvamos a la primera pregunta: ¿qué hay detrás de un nombre?
No soy el primero que se pregunta por qué un producto inventado en los países mediterráneos ha adoptado un nombre alemán. Y como estamos programados para no aguantar informaciones contradictorias, a la peña se le han ocurrido varias explicaciones para resolver el tema. En Turín, por ejemplo, me dijeron que el nombre venía del alemán por la influencia austriaca en la región. Pero, ¿por qué los italianos lo escriben a la manera francesa (la terminación -outh, típica en Italia, es francesa)? Por la influencia francesa en la región, me dijeron. Aja. En Difford’s se habla del polímata del siglo XVI Girolamo Ruscelli, conocido como Alessio Piemontese, de quien se dice que popularizó el vino de ajenjo en Baviera. Luego se supone que los italianos recuperaron el producto bajo su nombre teutónico. Aja. Por desgracia (?), no hay pruebas históricas que respalden esta curiosa afirmación, pero otros autores y periodistas la han repetido muchas veces (si está en Internet, debe ser verdad).
Lo cierto es que para el vermut, como para el Manhattan o el Daiquiri, hay que abandonar la esperanza de dar una respuesta inequívoca. Dicho esto, podemos intentar inferir una hipótesis partiendo de una de las grandes leyes del universo, en particular cuando se habla de cosas que se venden: sigue la pasta. Si el vermut, un invento italofrancés, tiene un nombre alemán, es muy probable que se deba a que llamarlo así prometía más rendimiento económico que una palabra francesa o italiana.
En el siglo XVIII, antes de que los turinenses y los lioneses empezaran a producir un vino aromatizado con ajenjo y otras hierbas, especias, frutas, raíces, etc., para venderlo en cafés, el vino de ajenjo sin ningún ingrediente adicional tan solo era conocido en el mundo de la medicina. Sin embargo, había una excepción en… Hungría. Allí, desde principios de siglo, existía una producción anual muy pequeña de un vino tokay con sabor a ajenjo. Este tokay se consumía casi exclusivamente en la corte austrohúngara, no como aperitivo, ni siquiera como digestivo, sino como ‘descanso’ en medio de un banquete. Básicamente, el tokay al ajenjo, el wermutwein húngaro, tenía la misma función que el sor-bete de limón en algunas celebraciones españolas.
La corte de Viena no era una corte cualquiera: los Habsburgo, la familia gobernante en ese momento, conformaban la dinastía más poderosa de la época. Si hubiera existido un Hola en ese momento, habrían estado en la portada día sí y día no. Si hubiera existido un Instagram, los príncipes y princesas que no podían aspirar a subir al trono habrían sido los influencers más seguidos. Todo lo que consumen, todo lo que les gusta, es deseable, pero inaccesible para el ciudadano medio. El wermut de Tokay, producto de una simple maceración de ajenjo en vino, sin ingrediente extra, es un producto del que muchos han oído hablar pero que casi nadie ha probado.
En la década de 1770, un Habsburgo reinaba en la Toscana cuando la palabra “vermut” apareció por primera vez en Italia (en un libro sobre… enología toscana). Al mismo tiempo, María Antonieta de Habsburgo aún no había perdido la cabeza y seguía cómodamente instalada en el trono que correspondía a la reina de Francia. Cuando los primeros licoristas o cafeteros de Turín y Lyon desarrollaron sus modernas fórmulas de vino de ajenjo enriquecido con especias orientales y plantas alpinas, su visión ya era la de emprendedores. ¿Qué hacer? ¿Dar al producto un nombre en lengua vulgar? ¿O utilizar un nombre exclusivo y deseable, de estos que tienen capacidad para que pueda hacer saltar la banca?
Para encontrar la respuesta, tal vez convenga un desvío a Carmona, Sevilla. Cuando José Antonio Rodríguez obtuvo un destilado de fresa en 2013, probablemente se dio cuenta instintivamente de que poner en la etiqueta « bebida espirituosa aromatizada » no iba a solucionarle la vida. Presentar el engendro como una ginebra (o ginebra de fresa, ginebra rosa, lo que sea), sin embargo, tenia más potencial. La ginebra era entonces la categoría de moda pero, al mismo tiempo, muchos consumidores tenían ganas del concepto ‘Gin Tonic’ aunque no les gustara ni la ginebra ni la tónica. El resto es la historia de un tremendo éxito empresarial.
Pues bien, probablemente el mismo proceso tuvo lugar en Turín en torno a 1780: pensaron que llamar al nuevo producto « vino aromatizado con 213 ingredientes », era, sí, una opción pero, bueno, no era muy sexy. Mucho más sencillo tomar el nombre de un producto relativamente cercano que tuviera caché comercial. Marketing 101: un producto italiano o francés adopta un nombre alemán porque este nombre mejora las expectativas de ganar dinero.
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