Vinos naranjas.

Orange is the color. Pero no es un color nuevo. De hecho, el vino naranja es tan antiguo como el mismo vino, por lo que miles de años lo contemplan. He aquí una prueba más de que la tradición puede revivir en forma de tendencia y ser revestida casi como último grito. En el caso de este tipo de vinos, para además ejercer de llamativa puerta de entrada al consumo sin pecar de frivolidad.

No dejan de ser blancos, por las variedades escogidas, elaborados como tintos al permanecer el mosto en contacto con los raspones y las pieles, causantes de teñir el vino final. Se obtiene así color, aroma y tanicidad. Mayor complejidad de lo que por su simple reclamo pudiera esperarse.

Los vinos naranjas entroncan con el interés actual por la mínima intervención y la nueva ola de la filosofía natural. Eso sí, de fermentar en ánforas bajo tierra a partir de procesos ancestrales y rústicos del Cáucaso a refinarse hoy en todo el mundo convirtiendo su turbidez en atractiva y su perfil personal en aliado gastronómico.

Son dinamizadores, no se ajustan a pliegos ni a condiciones. Por supuesto, no todos son iguales. España se ha sabido apuntar al movimiento y aprovecha para potenciar una mayor expresión aromática de sus uvas mediterráneas. Al igual que el rosado provenzal tuvo su momento, el vino naranja no quiere perderse el suyo.

Redacción
Redacción Neodrinks_
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