Entrevista: Dani Sempere, Möet Hennessy

Una figura clave en el sector de las bebidas es la del brand ambassador. Su presencia sirve para conectar a las marcas con los bares y los clientes finales. Pero muchas veces nos preguntamos cómo es su día a día. Para conocer mejor el trabajo de estos perfiles omnipresentes en locales, ferias y eventos, hablamos con Dani Sempere (1994, Barcelona), Brand Ambassador del grupo Moët Hennessy para España desde hace seis años y un ejemplo representativo de las cualidades que deben atesorar estos embajadores para transmitir los valores de los destilados con firma.

¿Qué estudiaste antes de entrar en el mundo de los bares?

Estudié hostelería en la escuela Sant Ignasi de Barcelona. Al terminar ya estaba de prácticas en Dry Martini de Javier de las Muelas y empecé un grado superior de gestión comercial y marketing. Ahí empecé a ver que la barra era un trabajo divertido, pero sin una larga vida. Ahora los bartenders, salvo los cinco o seis veteranos que aún defienden las barras, se jubilan, tienen local propio o se ponen a trabajar para una marca antes de los 35 o 40 años. Yo ya vi ese camino y quise profesionalizarme lo antes posible.

Como muchos otros bartenders tu vocación estaba en la cocina.

A los diez años descubrí que me encantaba la cocina y quise ser cocinero antes de que empezara el boom de Masterchef y de los chefs famosos. El problema fue que un verano me metieron a trabajar en una cocina y dije que eso no era para mí porque es muy duro y no veía el feedback inmediato de lo que se crea. Cuando creas un cóctel la reacción del cliente es inmediata, ves su cara; en la cocina elaboras algo y sigues ahí, no interactúas con el cliente y me faltaba esa parte más humana de ver el resultado.

¿Cuál es tu trayectoria como bartender?

Terminé en Dry Martini y pasé a ser bar manager en el hotel boutique Mercer durante un año. Empezaba el proyecto One Ocean del puerto de Barcelona y contaron conmigo para la creación del equipo y la carta de coctelería, y de allí me fui a Mutis donde tuve la suerte de capitanear el local en su último año antes de que el Ayuntamiento lo cerrara. Y, por último, más metido en la gestión de equipos y bebidas, más en F&B que, en la ejecución en barra, la apertura del Café del Mar de Barcelona.

¿Cómo te conviertes en Brand Ambassador de Moët Hennessy España?

Mi primer y único puesto como brand ambassador ha sido con Moët Hennessy. Estando en Café del Mar se crea la plataforma The Bartender Club que invita a bartenders a visitar las destilerías una vez al año. Me invitan a ir a la destilería de Belvedere en Polonia y en el vuelo de regreso me siento al lado de la brand manager de la marca y hablando con ella le digo que no tienen un brand ambassador a diferencia de otros grupos. Le dije que le haría una propuesta, lo calendarizamos, vimos presupuestos y acciones, y tres semanas más tarde estaba firmando el contrato con Moët. Vi la oportunidad y me lancé.

No a cualquier grupo.

Sabía que me encantaría trabajar para un grupo como este, había tenido propuestas de otros, pero buscaba algo en el que tuviera contacto directo con la marca. Muchas veces las marcas que tienen brand ambassador en España son de su distribución o importadas por un gran grupo, pero lo bueno que tiene Moët Hennessy es que si quieres hablas directamente con el master distiller o con la gente de marketing internacional y puedes entender mejor cómo funcionan las estrategias. Hay marcas que sólo implementan los planes de internacional pero no saben por qué ni a dónde van. Buscaba más esa parte de ser yo la marca.

¿Qué es lo mejor de tu trabajo?

Lo que más me gusta es la oportunidad de vivir experiencias diferentes y de conocer a gente diferente cada día. Tengo la suerte de no tener un trabajo rutinario ni una jornada de oficina, sino que tengo mucha libertad, sobre todo para conocer gente nueva. ¡La cantidad de gente que conoceré a lo largo de un año entre formaciones a equipos, presentaciones a prensa y cliente final en masterclasses! Y todos aportan algo.

¿Y lo más difícil?

Estás mucho tiempo fuera de casa, de tu círculo y de los tuyos. Aunque no lo parezca y la gente vea lo bonito que es por redes sociales, es muy sacrificado, son muchas noches fuera de casa, muchas horas de tren y de avión y hay también trabajo de oficina detrás que no se ve. La gente piensa que sólo nos dedicamos a ver locales, a beber, a comer y a disfrutar, pero hay mucho trabajo. Muchos bartenders jóvenes quieren ser brand ambassadors y no ven lo que hay detrás.

¿Qué significa para ti ser un Brand Ambassador?

Cuando intento explicarle a alguien cómo es mi trabajo, sobre todo a mi madre que sigue diciendo a sus amigas que vendo cava, digo que es como el de un embajador de un país en otro país. Mi trabajo es representar y defender los valores de la marca y ser altavoz de todas esas personas que están detrás del proceso de elaboración de cada producto. Yo sólo soy la cara visible de su trabajo.

En tu cartera están Belvedere, Volcan, Ardbeg, Glenmorangie y Hennessy.

Soy embajador de los destilados del grupo en España. Me han formado para dar charlas sobre los champanes, pero tenemos a otra persona con un perfil mucho más gastronómico y de restauración. Mi trabajo está focalizado en esas cinco marcas de destilados y estamos pendientes de incorporar en breve dos más al mercado español, un bourbon y un ron.

No te voy a preguntar por tu marca favorita. ¿O sí? ¿Con cuál te identificas más? Me dirás que todas son tus criaturas y que las quieres por igual.

No, tengo mis tres favoritas. A pesar de que soy consumidor de whisky una de las que más juego me da es Hennessy, la gran desconocida en España porque seguimos teniendo en mente que es una bebida de padres y abuelos. Luego, Ardbeg es una locura, sobre todo por su equipo de marketing que cada año se supera con una edición limitada nueva y que es el caramelito que cada año espero. Y luego Belvedere que es el buque insignia del grupo, la marca que nos ha abierto muchas puertas y la que me dio la oportunidad de estar donde estoy.

Me has contestado ya que la marca más difícil de implantar en España es Hennessy.

Es una cuestión de tiempo porque es un cambio generacional. Los de mi generación vimos a nuestros padres y abuelos bebiendo coñac después de comer con esos rituales de tortura que hacían en los restaurantes de calentar la copa o los carritos con las velas, pero mi hermana, a la que saco diez años, no ha visto eso, ha visto a los artistas americanos de la cultura hip hop, a famosos de Hollywood y a boxeadores que beben y disfrutan Hennessy con un estilo de vida completamente diferente. En cuestión de cinco o seis años más será una marca muy potente en la que toda la cultura latinoamericana empujará muchísimo ya que compartimos salir a los bares.

El grupo está enfocado al lujo como ningún otro y os diferenciáis por crear experiencias que no se parecen a las del resto. ¿Cómo participas y te implicas en su planificación y diseño?

Como bien dices buscamos la diferenciación a través de una experiencia de lujo en la que el consumidor o el periodista que venga a vivir esa experiencia la perciba por calidad, por diferente y por única. Yo participo desde el primer minuto, somos un equipo muy completo, hay un equipo de marketing, de trade marketing y diversas agencias que nos apoyan en la creatividad de materiales y de contenido desde el primer momento en que se empieza a planificar un evento. Yo estoy más en la parte operativa y de escaleta porque venir de la hostelería y de atención al público me da una visión diferente a la hora de saber los tiempos que tiene un cliente para disfrutar los cócteles o los que necesitamos para prepararlos.

¿Algún evento loco o alguna anécdota de una de estas experiencias?

Ha habido de todo. La presentación de Volcan en Ibiza fue una locura, un día y medio con seis o siete presentaciones juntas, comida en la playa con muchísimo calor, los maridajes eran imposibles, la bebida se calentaba, por la noche en Ushuaïa fiestas y shows de botellas… De los eventos más locos que he visto. Otro evento fue el que organizó Dom Pérignon con el Lodge, una carpa inflable a 2.500 metros de altura en una pista de esquí.

Lo recuerdo, ahí estuve yo.

Fue el evento que viví nada más entrar en el grupo. Vivir ese tipo de eventos en primera fila genera motivación y energía, y marca el listón para querer que mis eventos sean iguales o mejores.

¿Eres consciente de ser un personaje querido en la industria? Fuiste finalista a mejor Brand Ambassador en los Premios Neodrinks 2023 y en Fibar 2022.

Son añitos trabajando con la gente de las barras, sea a un lado o al otro, y para mí es una familia más; tengo mi familia de sangre, mis amigos del colegio y mi familia del mundo de los bares. Tengo la suerte de que vaya donde vaya de España siempre tengo un amigo con el que tomarme un cóctel. Esto sólo te lo da una comunidad como la que se ha creado en España con el mundo del bar y estoy muy agradecido. Puedo decir con orgullo que no tengo enemigos, que no le debo nada a nadie y que no tengo que agachar la cabeza. Me llevo bien con todo el mundo.

Eres también profesor de spirits del Wset Global.

Estoy formado con nivel 2-3 de Wset en destilados y como formador para España dentro de Moët Hennessy. No estoy inscrito en ninguna escuela y la organización te exige estarlo para poder formar a gente. Pero Moët Hennessy creó una escuela propia a nivel global a la que estoy inscrito y de momento sólo puedo formar a empleados de Moët Hennessy.

¿Cómo viene la cantera y de qué adolece respecto a la formación?

Uno de los puntos flacos de las nuevas generaciones es querer tenerlo todo ya. El daño que han hecho las redes sociales, aparte de la visibilidad y la amplificación, es crear una falsa experiencia cuando llegas arriba del todo. Hay mucho bartender que está estudiando y que ya quiere llegar a la barra y posicionarse en la foto al lado de gente como Yeray de Bad Company o Matías y Borja de Ginbo, profesionales que llevan muchos años trabajando y que han limpiado muchos vasos, han tirado muchas cañas y fregado muchos suelos. Deben saber que detrás de cada foto de un cóctel en una revista hay años de trabajo y de aguantar clientes. No todo es llegar y salir en la foto.

Miguel Ángel Palomo
Miguel Ángel Palomo

Periodista y fotógrafo. Ha pasado las horas muertas en hoteles y bares sin apenas cuidar el dress code. Por comilón y canapero, le han dejado juntar letras sobre restaurantes, tendencias gastronómicas, ciencia de la alimentación o alcoholes para copas en publicaciones generalistas como El País o El Mundo, en revistas lifestyle como GQ, Neo2, Time Out o Tapas, y en prensa especializada como Bar Business o Beber Magazine. A última hora se ha involucrado en proyectos editoriales relacionados con la coctelería y las bebidas. Llegó al mundo del cóctel como Peter Sellers a El Guateque, pero tras el primer negroni ya nadie le levantó de la barra.

Sin Comentarios

Deja Tu Comentario